Carta abierta a un ególatra
Sr, lo peor que puede sucederle a uno es sentirse Dios. Dios de la nada más apabullante. Llegar a una edad, normalmente sirve para saberse un permanente alumno de la vida; un respetuoso ciudadano con mayor o menor suerte de destacar.
Lo miserable es verse impelido a destacar jugando a despreciar intelectualmente al igual.
Un estudiado corte de pelo y peinado, para conjuntar con una apariencia de relativa juventud por un maquillaje intencionado, le hacen flaco favor. Su edad nos indica un señor muy banal empeñado en ser soberbio.
Arrogante con displicencia da cuenta del poco calado intelectual.
Nos da grima escuchar sus opiniones tan bien aprendidas y poco originales, cuando se nos cae a trozos el país. Ni que decirle sobre su estudiado repertorio de estúpidas apreciaciones sobre los comentarios de sus contertulios que claro está desprecia, los siente inferiores.
El problema viene cuando…
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